-Fuera!
-No mamá, ahora toca decir "Viva!".
-Pero no estabamos en contra?
-Sí, pero las elecciones las han ganado los otros.
-Entiendo. ¡Viva! ¡Viva! ¡Viva! -su fervor era increíble al gritar, se desgañitaba, se desvivía.
-¡Viva!
Seguimos toda la tarde con la pancarta rodeados de decenas de miles de personas. Algunos con menos y otros con más entusiasmo, pero todos gritaban y coreaban. Todos celebraban que los otros habían ganado las elecciones.
No recuerdo muy bien quién ganó, ni qué ponía en la pancarta que sostenía, ni siquiera recuerdo a quién voté. Solo sabía que tocaba cambiar de opinión, habían ganado los otros y a los anteriores solo les faltaba unos días para ser ejecutados por la democracia.
Mi madre chillaba y chillaba felizmente, estaba ensalzada, nunca me planteé si aquello estaba bien o mal, si antes o ahora se estaba mejor, habría sido un suicidio. Abracé a mi madre, cerré los ojos y deseé que todo aquello terminara pronto.
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