domingo, 30 de diciembre de 2007

Refrán moralizador 2

El modo de dar una vez en el clavo es dar cien veces en la herradura.

Miguel de Unamuno

sábado, 29 de diciembre de 2007

Refrán moralizador 1

Peor lo pasaban en los campos de concentración.

Da, mon tovarisch! Da!

Moshé Zhirinovski se dedicaba a recoger chatarra. Era lo que se le daba mejor y eso todos lo sabían. Desde Novgorod hasta Stalingrado recorría, a pie, la larga distancia que separaba ambas grandiosas y majestuosas ciudades. Claro que Moshé ya no era Moshé desde hace mucho tiempo. Iván Kozlov, como se le conocía por doquier y tal y como se hallaba inscrito en el registro del soviet, era uno más de los millones de felices trabajadores de la Unión. Se le reconocía como auténtico descendiente de campesinos y obreros rusos de pura sangre, y pobre de aquel que intentase carcajearse de su nariz ganchuda, llamándola "nariz de judío". Nunca se le oyó hablar mal de la Patria, del ejército o del comunismo, más bien todo lo contrario. Apoyaba todas las resoluciones políticas, explicaba el sufrimiento como "paso momentáneo", las carencias como "sacrificio necesario", exaltaba el valor de la causa y maldecía el nombre de todos aquellos disidentes: creyentes, capitalistas, intelectuales, semitas… que merecían bien dar con sus huesos en Siberia, por supuesto, todo en nombre del pueblo trabajador. Kozlov era un auténtico fanático soviético. Tanto que cualquiera que, por casualidad, hubiese hecho un fugaz registro a su escaso equipaje, habría encontrado todo tipo de carteles de propaganda, emblemas del partido, libros de divulgación y, principalmente, una enorme tirada de retratos del tovarisch Stalin.

Lo que no sabrían nunca es que Zhirinovski, a diferencia de Kozlov, nunca andaba corto de papel higiénico...




viernes, 28 de diciembre de 2007

...liz...idad...


Al menos yo....a partir de ahora...mandare este "crismas" a mis...queridos familiares para felictar la pascua...Muajajajajaja

Gato negro


Pinchar en la imagen para agrandar.

Consejo Práctico y Aperplejante I

¿Sabéis que nos distinguen de los animales? Un complejo y corrupto sistema jerárquico....

Un paseo por la calle

-Ese niño está moribundo?

-No hombre, está tirado en el suelo, estará jugando.

-Pero le sale sangre del cráneo y casi no se mueve.

-Heridas superficiales, estará mirando el suelo de cerca.

-Acaba de pasarle un coche por encima y ni se ha inmutado.

-Jo! Los niños de hoy en día son muy resistentes.

-Tú crees?

-Claro, hombre, no ves que se alimentan de Plutonio empobrecido?

-Tienes razón, ojalá nos hubieran criado así de bien a nosotros. Mira, ahora le están pegando fuego sus amigos, que bonita amistad.

-Sí, nada que ver con lo que había antes.

-Y todos bailan alrededor y le pegan con barras de hierro! De verdad que no le harán daño?

-Para nada, ya te dije…

-Pero me sabe mal, parece que está sufriendo un poco, incluso está gritando, como ocurría en nuestra infancia.

-De alegría, créeme.

-Pues ahora que lo dices, bien mirado puede que sea eso.

-Lo que yo te diga, nada que ver con lo que había antes. Ahora ya no se sufre.

-Sí, antes la mayoría sobrevivía a los primeros golpes, como parece que le pase a este chico.Pero si dices que no sufre…

-Eran malos tiempos.

-Y que lo digas.

-Mira, una piedra, debe pesar un quintal, eeh?

-Sí! Voy a tirársela para entablar amistad con sus amigos.

-Vale, te espero aquí mientras le pego a esa vieja.

El Precio de la Ignorancia

"Próxima parada..." - anunció aquella automática y metálica voz, ese intento de dulce susurro femenino... una máquina siempre hablará como una máquina. El vagón: atestado, viciado, abarrotado de otros jóvenes próximos a mi edad… al parecer todos escogen la misma hora. Periodicuchos de tres al cuarto, novelas de usar y tirar, envoltorios plásticos, comestibles rancios… todos cubren el suelo del mismo. Sonidos repetitivos e incongruentes se mezclan entre la algazara del gentío y traqueteo del vehículo. Un brusco frenazo… y la puerta del vagón en el que me encontraba se abrió torpemente para dar paso a un flujo continuo de gentes… y entonces, lo vi a el. He de reconocer que destacaba especialmente por su aspecto, no sólo por sus oscuros, gastados ropajes y extraña complexión: portaba un gran bastón de empuñadura dorada, una larga gabardina que guarecía su fornida constitución y una grande y negra chistera que adornaba su cabeza, situada a una altura inconcebible en un hombre de edad incalculable, aunque imaginable… claros cabellos plateados asomaban tímidamente por los rebordes de su sombrero…

Pero, sin duda, era su mirada lo que más me llamaba la atención: unos ojos grises como el mármol, imperiosos, inquisitivos… ¿Podrías concebir, camarada, el adjetivo “ojos afilados”? Bueno, pues sus ojos eran tan afilados que cortarían una brizna de hierba en el aire… No recuerdo cuanto tiempo pasó después… ¿Unos segundos? ¿Unos minutos? ¿Tal vez más?...No lo sé… Pero sí recuerdo que mi vida cambió después de aquel incalculable lapso temporal…

Aquel hombre, con una agilidad y velocidad inauditas, sacó velozmente un ennegrecido revólver, un viejo Mágnum .44… con igual ligereza, se ubicó delante de uno de los pasajeros, uno de estos muchos niñatos de diecimuchos que alardean de machitos y macarras para rasurarse las piernas en el lavabo y depender de “mamita” y “papaito” para incluso las labores más triviales… uno de estos criajos que todo aquello que huele a cultura, a esfuerzo, a trabajo dispara en ellos ese “¡vade retro!” que simbolizan con su “rebeldía” conformista, su “antisistemismo” fingido y su desprecio a todo aquello a lo que no llegan, a lo que no pueden aspirar… uno de estos imbéciles cuya única meta es el próximo enajenamiento artificial y que no suponen más que una carga social, un lastre y que no son más que escoria, cabeza de ganado, carne de cañón, fruto de la generación del alimento congelado y las sensaciones prefabricadas... Habiéndose situado el hombre armado justo enfrente del individuo, le apuntó directamente con su revólver en el entrecejo, apretando con tal fuerza que la faz de aquel bastardo se cubrió con un pequeño hilillo sanguinolento...

- ¡¡¡ La civilización no suprime la barbarie…!!! - exclamó, ante la mirada horrorizada de todos los pasajeros, con una cálida y autoritaria voz, propia de un carismático orador, no habiendo hasta el momento producido ni el más leve suspiro…

El apuntado, sorprendido, temblando como una reseca hoja al viento, balbuceaba como un inestable mental, sólo llegando a decir, después de muchos esfuerzos algo así como - ¿Qué… que dices tío? – seguido de unas cuantas más palabras incoherentes.

- ¡¡¡ La civilización no suprime la barbarie…!!! - exclamó por segunda vez aquel hombre gris, que a medida que hablaba parecía crecer por momentos. El otro, terriblemente amedrentado, pedía a gritos que no disparara… ¡como llegó a gritar aquel cerdo!

Amartillando el revólver, exclamó por tercera y última vez - ¡¡¡ La civilización no suprime la barbarie…!!! – mientras el amenazado gemía y ofrecía maravillas a cambio de que no le matase… Entonces, ocurrió lo previsible: Disparó un solo tiro en la cabeza de aquel tipo, esparciendo sus sesos por todo el asiento en el que se hallaba y tiñendo las ventanas, el suelo y sus respectivas porquerías con el color de la sangre fresca…

El tiempo parecía haberse detenido… ¡que curioso que se vuelve todo cuando ves tu vida pender de un hilo! De repente, todo es más importante: cada sonido es una auténtica floritura musical, cada color una algarabía de tonos, cada olor un bazar de sensaciones e incluso un tenue sabor se convierte en una compleja degustación… de repente… ¡se tiene un apego a la vida, a todo aquello!

El hombre de gris, no saciado en su carnicería, repitió su ritual de sade con dos individuos más: una golfilla repintada y un cabeza rapada… al parecer este último añadió un gran charco de orina a la conjunción de líquidos que reposaba en el suelo. El resto de pasajeros gemía, gritaba, pedía ayuda… el tren no parecía llegar jamás a su destino, a una parada, a lo que fuere… aquel infierno no parecía terminar…

Y así, me llegó el turno… he de decir que lo esperaba ¡ya me había hecho la idea! Al fin y al cabo… ¿Qué más da ahora que dentro de unos meses, unos años? Me atrevería, incluso a decir, si camarada, a decir, que en cierto modo lo estaba deseando… ¡que incomprensible es el ser humano!... El hombre me apuntó directamente al entrecejo, como hizo con los otros anteriores a mi... ¡que olor mas fuerte despedían aquellos! ¿Es así el olor de la muerte?... Tal y como esperaba, recitó su máxima (¡que curioso que fuese lo último que aquellos tres oyeran antes de morir!)

- ¡¡¡ La civilización no suprime la barbarie…!!! – dijo, pues…

Camarada, estaba aterrado. El negarlo sería una hipocresía, una sucia mentira… Veía como estaban a punto de arrebatarme aquello que pensaba que solo yo era el único dueño ¡la vida! Y… ¡que iluso! ¡Pensar que de verdad somos dueños de nuestra propia vida! Al cretino que dilucidó aquello alguna vez tendrían que haberlo metido en este vagón de la muerte…

- ¡¡¡ La civilización no suprime la barbarie…!!! – repitió…

Oh Dios… ¿Dios? ¿Qué es Dios? ¿Dónde está Dios en estos momentos? ¿Existe, no existe? ¿Es este mi fin? Seguramente… ¿y después? Después, se acabó el sufrimiento, se acabó el dolor… la oscuridad… el fin…. ¡Bang! ¡Sangre por todas partes! Y estás muerto…. Definitivamente, si Dios no existe, lo hemos inventado… y como humanos que somos, hemos inventado un Dios imperfecto, que en el momento de mayor necesidad: “¡Lo sentimos! ¡El servicio que esta solicitando no está disponible en estos momentos!”... ¡Y que curioso! ¡Tantos años para pensar en todo esto! Y sin embargo…. ¡ahora! ¿Por qué? ¿Es este el momento más adecuado para remontarse a Rousseau, a Voltaire?

…Voltaire...

- ¡¡¡ La civilización no suprime la barbarie…!!! – exclamó, por última vez, amartillando su revólver… he aquí, el ultimátum, el fin…

- La civilización no suprime la barbarie… la perfecciona… Voltaire – balbuceé, como me permitió mi escasa sangre fría...

El hombre lentamente arqueó sus envejecidas cejas mientras una tímida sonrisa se dibujó en sus labios… Lentamente apartó el cañón del arma de mi frente… Y entonces, ocurrió lo inimaginable: El hombre gris me tendió su propio revólver asesino, aquel con el que había destrozado las cabezas de tres individuos… y con el cual pretendía agujerear una cuarta... la mía…

Camarada, aquello dio desde luego un giro a mi vida. Me recordó muchas cosas, cosas que había olvidado, cosas que quería olvidar… me enseñó muchas cosas, cosas que no sabía, cosas que no quería saber… me abrió las puertas a un nuevo mundo, una nueva manera de ver las cosas, una segunda vida…

…sólo te diré que jamás pensé que disfrutaría tanto viendo como la incultura del individuo y su indiferencia ante ello se convertirían en sus asesinas… de la mano de un hombre gris y de un joven… al que le acababan de entregar un revólver…

Sección Musical

Y aquí os dejo un pequeño video con dos canciones en directo.
Las canciones son Chisourray y Come mierda. La primera es una oda a la amistad en toda regla, y a las fiestas en casa. La segunda, habla de la salud y los alimentos tan naturales que compartimos todos como hermanos.




Chisourray

Chisourray, chisourray, cocain
Chisourray cuando hay cocain
Chisourray, chisourray, cocain
y despues tarari que te vi.

Los colegas no te olvidan mientras sepan que hay cocaina
que simpaticos los colegas mientras sepan que hay cocaina.

Menudo material (esta de puta madre)
a mi ponme una mas (esta de puta madre)
nosotros somos tres (esta de puta madre)
y todos somos guays. (esta de puta madre)

Los colegas no te olvidan mientras sepan que hay cocaina
que simpaticos los colegas mientras sepan que hay cocaina.

Menudo material
Y sigue la conversacion
y todo el mundo emocionao
y tiro viene y tiro va
y el saco que no para de bailar
y todo el mundo emocionao
y sigue y sigue la conversacion
cuando de golpe ya no hay mas
y todos se tenian que pirar
estaba de puta madre!

Los colegas no te olvidan mientras sepan que hay cocaina
tan autenticos, tan colegas, que te acaban el saco y se van.

Come mierda

Este es un producto natural,
colorante autorizado,
azucar refinado.
Ésto esta envasado al vacio,
y tiene la fecha de caducidad.

Ya lo ves. Ya lo ves.
Controlamos tu seguridad
Si la espichas
y te enterramos
enterrador con guantes higienizados.
Yo con el asunto del papeo,
ahora me doy cuenta
porque somos tan feos.
Que tenga buena cara
es lo que importa
Anuncio con maciza
y asunto terminao.

Ya lo ves. Ya lo ves.
Controlamos tu seguridad.
Si la espichas
te enteraras de las ventajas
del control de sanidad.

Come mierda vitaminada.
Come mierda concentrada.
Come mierda deliciosa.
Come mierda y pagala.

Ya lo ves. Ya lo ves.
Controlamos tu seguridad.
Come mierda con proteinas,
es el papeo del futuro.
Come mierda.
¡Ooohhh!

Carrera desesperada

Huíamos, quedábamos solo cinco o seis y la huida era nuestra única salvación. Escapar de sus garras era la vía para la supervivencia. Por suerte gozábamos de una pequeña ventaja, y tan pequeña, nuestro tamaño era en cinco veces inferior a nuestro perseguidor, lo cual nos permitía acceder a escondrijos donde no nos podía alcanzar, pero su ingenio e insana obsesión por cazarnos nos mantenía a la expectativa de una nueva huida al poco tiempo, debíamos permanecer en alerta todo el tiempo. De nuevo conseguía alcanzarnos y de nuevo corríamos para salvar nuestras vidas una vez más, no había respiro.

De repente… Tim? Dónde está Tim? Y a nuestra espalda el rugido de la bestia confundiéndose con chillidos de agonía, lo había cogido por los brazos y lo levantaba. Al instante se hizo el silencio y la bestia aulló de placer reanudando la persecución hacia nosotros, no pude mirar, solo imaginarme la bestia disfrutando al engullir a Tim como si fuera un canapé me provoca nauseas, ya no se puede hacer nada por él. En mi corazón resonaba un desgañitado grito de desesperanza. Cuántos quedamos? Cuanto durará esto? Cuando sucumbiré yo, presa de la bestia o de la desesperación y angustia? Qué más da, solo queda huir.

Ya no recuerdo cuándo entramos aquí, solo sé que éramos un grupo heterogéneo en cuanto a sexo y color se refiere, estamos solos en un mundo de criaturas gigantes de las cuales solo una nos persigue con extremado fanatismo. La bestia malévola y sanguinaria.

Nos encerraron en un pequeño cuarto mientras dormíamos, al despertar en él me embargó la incertidumbre por primera vez. Recuerdo haber pensado entonces qué cuarto era aquel, oscuro y frío, mi mente estaba confusa, mi cuerpo entumecido por el sueño, algunos de los presentes me resultaban vagamente familiares, incluso tenía una sensación de Dejà Vu, de haber vivido esta misma situación antes, en otra ocasión. Se me ocurre que podríamos haber coincidido tiempo atrás en otro lugar, pero… Cuándo? Dónde?

En la habitación algunos de nosotros comenzamos a conversar, ninguno sabía donde estaba, el miedo se apoderaba de nosotros y solo teníamos una puerta de descomunales dimensiones por la que salir de allí. Decidimos afrontar lo que el destino nos deparara, ayudándose dos de los más altos del grupo treparon hasta un saliente y abrieron la puerta, salimos todos en tropel quedando solo uno de nosotros, inconsciente, en el suelo.

La primera imagen que vi fue el grupo corriendo por un largo pasillo hasta una luz que se vislumbraba al fondo. Y nada más terminar el pasillo vimos a la bestia, tan grande y aterradora, por instinto aceleramos nuestros pasos hacia lo que parecía ser la salida del habitáculo en el que estábamos encerrados, a lo lejos veíamos la vegetación de nuestro propio planeta, debíamos ir allí, pero la bestia nos perseguía.

Es ahora donde me encuentro, escondido en los matorrales de este inmenso jardín, mientras reflexiono estas palabras escucho un ligero tintineo que se va haciendo más agudo golpe a golpe. Tin, tin tin tín. Y otra de las bestias, en nuestro propio idioma vocifera agudamente.

-Venga chicos! A comer! Solo faltáis vosotros! John! Deja a los críos en paz, es hora de comer. – Tío John se entretiene ahora haciendo cosquillas a Phillie. Quien lo llama es la madre de Tim, parece que ya es nuestro turno de sobrevivir decentemente. Mmm!! Seguro que de postre habrá tarta.

-Elissa, tu hijo está todavía durmiendo? Te importa ir a despertarlo? A tía Elissa casi no la conozco, vive muy lejos de aquí y hace años que no viene.

Tio John corrió detrás de todos nosotros una vez más para que entrásemos a casa.

Y aquel día todos los presentes lo pasamos en grande con las bromas y juegos de tío John.

Mahoma

Un día, Dios, aburrido de observar el Universo bajó a la Tierra para otorgar poder ilimitado a alguien con el fin de que le distrajera.

Le dio los poderes a un tío que pasaba escuchando Gigatrón… El tío, que casualmente se llamaba Mahoma, como no creía en la existencia de la persona que le había dado los poderes siguió su camino como si tal cosa. En el momento de escuchar a Charlie Glamour, gritó: “A la mierda tooooodooooo!!”

Y como Mahoma no fue a la montaña, la montaña (eso sí, de mierda) fue a Mahoma.

Negocio

-Yo antes era rico. – comentaba mientras clavaba mis pupilas en las pupilas de todos los presentes uno a uno, todas las miradas titilaban ante la hoguera.- Fue hace mucho tiempo.

-Nunca nos lo habías contado, - quien hablaba era uno de los mendigos que más tiempo llevaban por la zona, se cuentan muchas historias de él, en aquel momento parecía uno más con sus guantes raídos azul oscuro y los parches mal cosidos en los pantalones de algodón. Constantemente se frotaba las manos ante el fuego, tenía una mirada afable y bonachona. – ¿Por qué no nos lo cuentas?

-Sí, vamos, ¿que pasó?

-No fui rico durante mucho tiempo, tal vez disfrute unos meses, no le doy importancia.

-Vamos, cuenta, cuenta.- tenían ganas de escuchar una historia interesante, siempre eran recibidas con deleite las historias de dinero.

-Está bien. – sonreí, me atusé el abrigo como pude para resguardarme del viento helado y comencé.

Hace muchos, cuando era joven y aún vivía con mis padres comencé la carrera de empresariales, tal como mi padre la estudió en su momento. No era lo que más anhelaba en la vida, pero era consciente de que los negocios realizados en la adolescencia se me habían dado siempre muy bien. Esta carrera me permitiría obtener más dinero, montañas de dinero, mi sueño.

Pasó el tiempo y cada vez me di más cuenta de que todo lo aprendido servía para mantener pequeñas empresas y negocios estúpidos. Una vez terminada monté mi primera empresa pidiendo un préstamo a mi padre. Nunca me había llevado bien con él, pero servía para soltar pasta en el momento preciso.

Registré mi primera empresa un 18 de marzo de no sé que año, hacía poco que me había sacado la carrera y tenía ganas de sacar dinero. El negocio consistía en electrodomésticos americanos, que vendía casa por casa, no tuvo mucho éxito.

Como no veía margen de beneficio y requería mucho tiempo decidí darle un toque pintoresco. Alquilé un local con el dinero de mi padre, por aquel entonces comenzaba a notársele senil y cada vez me costaba más sacarle lo que quería, puse un gran cartel, la publicidad cuenta mucho a la hora de vender. El panfleto rezaba “Si considera que hay otra mejor le devolvemos el doble del dinero.” Se refería a las planchas de último modelo fabricadas en Estados Unidos a principios de la Segunda Guerra Mundial que importaba.

El negocio empezó a marchar en seguida, en pocas semanas conseguí más del cuádruple de ventas que antes, en menos de dos meses había rentabilizado con creces todo el gasto realizado por mi padre, por suerte él murió antes de poder pedírmelo de vuelta, perdí un día entero de trabajo por ir a su funeral. Al tercer mes ya tenía más de lo que en su momento pensé que tendría.

Un día, recuerdo que llovía y yo me encontraba dentro contando la recaudación del día, vino un hombre bajo con gabardina y sombrero gris. Entró en la planta baja con la persiana a medio cerrar, me hizo señas para que fuera y se acercó un poco más, se quitó el sombrero dando a relucir su calva ante la poca luz que entraba de la farola de fuera.

-Disculpe, según el cartel, si yo le muestro una plancha mejor que la que usted vende, curiosamente mi mujer dice que… - Tenía que actuar con astucia.

- ¿Hace usted siempre lo que le ordena su mujer? – Eso debería mermarle

-No me cambie de tema. Lo que quiero decirle es que…

-Hablemos de hombre a hombre, usted… -No sirvió, nueva táctica.

-Eso mismo es lo que quiero hacer yo con usted, déjeme hablar. –Empezaba a irritarse.

-Muy bien, muy bien.

-El caso es que mi mujer dice… calle un momento… mi mujer dice que la nueva Braun modelo dos es mejor que la suya y he venido a recoger el importe de ésta, tal y como indica en el cartel.

-No es posible.

-Por qué? Ahí lo expone bien claro. “Si encuen….”

-Sé lo que dice.

-¿Y bien? –Parecía tenso

-No es posible.

-Y ¿por qué? – El hombre comenzaba a irritarse de veras.

-Simplemente no es posible.

-¡O me da una buena razón para ello o le pondré una denuncia por estafa! – De repente se le hinchó una vena en la frente. Agarraba su gorro y lo estrujaba una y otra vez.


-No es posible, y no puede denunciarme. Usted firmó una cláusula con la factura en la que queda explícitamente detallado que no considera esa frase salvo como pura publicidad.

-¡Eso sí que no es posible, usted es un estafador! – Se enfadó, movía los pies sin parar y refunfuñaba, no quería llegar a las manos pero le faltaba poco. No tenía miedo, le sacaba a ese viejo calvo tres cabezas y por aquel entonces estaba acostumbrado al esfuerzo físico, se llevaría él dos capones antes de que pudiera siquiera rozarme.


-El problema lo tiene usted, la frase es un recurso publicitario. –Esa frase fue el detonante.


-¡Usted es un usurero! ¡Vendería un coche y al recibir el dinero diría que es un recurso publicitario! -Lanzó violentamente el sombrero al suelo, lo aplastó de un pisotón y rojo como un tomate se fue sin decir más. Seguramente me iría a poner una denuncia al día siguiente, estaba resguardado ante eso. Pero lo importante es que me había dado una gran idea.

Al día siguiente fui a registrar una nueva empresa.

Reconquista

Hace quinientos años enviamos nuestras naves hasta muy lejos, miles de los nuestros fueron: primero unos cuantos, los descubridores y algunos aventureros, más tarde familias enteras; también llegaron allí criaturas, herramientas e ingenieros para fundar el nuevo mundo. Hubo escaramuzas con los habitantes de ese mundo, muchos murieron y otros aprendieron nuestro idioma y costumbres por propia voluntad o temor a la muerte.

Hoy, quinientos años después, los supervivientes de ese nuevo mundo mandan sus naves hasta aquí, se ha dado la vuelta a la tortilla, han evolucionado tecnológicamente y quieren conquistarnos, devolvernos lo que un día les hicimos. Lo conseguirán, su único arma es demasiado fuerte para resistir la guerra. Es nuestra perdición.

La Coca-Cola le gusta a todo el mundo sea en su lugar de origen o aquí, nadie cerrará las puertas a un producto tan bueno y barato.

Dipolos instantáneos

Clase de química, distraída pensando en dipolos instantáneos mientras explican puntos de fusión triple como magia de sabiduría ancestral sobre un tablado de madera carcomido y chirriante. El mismo panorama de siempre, estudiantes distraídos, absortos en sus afanes.
La improbabilidad improbable se hace posibilidad palpable. Ocurre el milagro y un cerebro explota, revienta en una imagen de sangre, tripas y pánico cebado; miedo, carreras, desesperación, gritos y alaridos, desmayos, traumas.
Ella no corre, no chilla, ni se inmuta, atacada por la curiosidad observa con frialdad científica.
La clase, de repente, se ha hecho más amena. Ha ocurrido un buen ejemplo de dipolos instantáneos.




Nota para los más legos en la materia que el propio autor: Un dipolo instantáneo es una separación o atracción fortuita de dos partículas o más (léase átomos).

Problemas de comunicación

Habíamos llegado al final de nuestra civilización, el conocimiento último se había alcanzado y la paz mundial, así como tantos otros problemas de nuestros antepasados, era parte de la historia conjugada en pasado. Toda habilidad requerida para realizar cualquier tarea podía fácilmente adquirirse por medio de las máquinas de aprendizaje, es más, ya no era necesario realizar ninguna tarea en especial. Todo el mundo podría dedicarse ahora al ocio y la contemplación.
Ya se había demostrado que Dios era el conjunto de leyes que alteraban la materia, al que se le podía conferir voluntad propia si se le deseaba llamar religioso o mantenerlo tal como estaba si preferíamos llamarlo ciencia. Al fin y al cabo la opinión de nadie crearía conflictos, ya que todo el mundo se trataba pacíficamente, ¿para que iba a ser lo contrario?
Ocurriósele preguntar a un ser de estatura no muy superior a la media por qué no habían encontrado todavía vida en otros planetas habiendo llegado al final del conocimiento científico. No dudó en responder otro de sinuosas caderas que el desconocimiento que alimentaba su cuestión provenía de otra no menos interesante, ya que no habían explorado el universo en toda su magnitud y magnificencia, sino que se habían quedado en este gran hábitat durante toda su historia, “es posible que aún encontremos vida extraplanetaria en el resto del universo.” y continuaba, “Pero para encontrarla ¿que instrumento de nuestra eterna genialidad y creatividad podríamos emplear?” Y aquí, uno de los más sabios coetáneos en materia de vida e historia observó que debía ser un instrumento que abarcara la tecnología de todas las civilizaciones habidas y por haber a lo largo de la historia del universo. No podía ser de otro modo, ya que, a pesar de su llamémosle divina tecnología no todas las civilizaciones tendrían por qué encontrarse en tal punto de progreso.
Y entre debates y controversias, eso sí, pacíficas, llegaron a una conclusión lógica e imaginativa para más tarde ponerse manos a la obra.
Pasó poco tiempo antes de tener listo el macro objeto de comunicación que les serviría para la tamaña tarea a la que se habían encomendado. Pusieron la gran masa en órbita cerca de un cinturón de asteroides y la conectaron para que trabajara autónomamente.
Zumbidos, truenos y golpes llovieron por todo el universo cuando aquella gran masa se dedicó al descomunal ejercicio de recoger todas las piedras que pudiera y lanzarlas a velocidad casi lumínica hacia todos los planetas existentes y por existir. Un método de comunicación tan rudimentario como efectivo.
Incluso las civilizaciones más prehistóricas allá donde recibieran el impacto de tan ofensivo proyectil como lo es un meteorito obedecería a la llamada.
Si no respondiendo de idéntica forma, arrodillándose y rezando al que tomarían por su Dios, en este caso, la máquina comunicadora.