sábado, 29 de marzo de 2008

La Última Ecuación - Gerard Klein

Fue un trabajo abrumador, para dejarlo sin aliento.

Diez años estuvo encerrado en la biblioteca, sin salir, colmando hoja tras hoja, volviéndolas a leer, viajando por el prodigioso universo de matemáticas que creaba lentamente.


Al llegar al décimo año, vio perfilarse la silueta del resultado: la Ultima ecuación, la perfecta solución, prueba matemática de la existencia de Dios. Tuvo que recurrir a innumerables posibilidades: a edificar un modelo exacto y teórico del universo; reunir millón de coordenadas y atarlas en apretados rimeros, quemar todo y pesar las cenizas. Mas ahora conocía la Ultima ecuación y la formulaba, la demostraba. Sencilla como era, abrumaba un millar de hojas. Trabajó veinte horas diarias. Y en tres meses de trabajo agotador, dio fin a la tarea, al descubrimiento definitivo del genio humano.


Trazó la Ultima Línea, dibujó amorosamente la última letra, la subrayo dudando un momento antes de añadir la palabra "fin" en mayúsculas. Y entonces la voz todopoderosa, majestuosa y tonante, brotó de todas partes y de ninguna.

Dio un salto, lleno de susto.

-Está bien - dijo la voz-, me has encontrado. Ahora te toca a ti esconderte. Voy a contar un millón de años.

Y no hagas trampa...

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