jueves, 24 de abril de 2008

Trompetas de Nueva Orleáns

Verano, 35 grados. Nueva Orleáns, estado de Luisiana. Año 2020. Tras una casi completa reconstrucción de la ciudad destruida parcialmente por el Huracán Katrina veinte años atrás, ha resurgido de entre sus escombros, en un mar de desechos, falta de ayudas y un alto índice de criminalidad.

Oficina del alcalde Smith. 23 grados. El electo hace ya dos años dicta a su secretaria una carta a los últimos afectados por los "daños colaterales": aquellos que ahora deberán abandonar sus hogares precarios para dejar sitio a un bulevar comercial que devolverá a la ciudad su perdida gloria.

- Señorita Atkins por favor, tome nota:

A las poblaciones disidentes:
El progreso de nuestra ciudad es un paso inminente. La entrada del dinero turista es algo necesario y no vamos a permitir que la opinión de unos cuantos negros y chicanos decidan lo que es mejor para nosotros. Así, tienen un plazo máximo de dos días para abandonar sus chabolas antes de que demos luz verde a las excavadoras. Podrán estar orgullosos de que en esa zona que han corrompido con sus estúpidas costumbres y gilipolleces y que han ocupado y distribuido, como si hubiésemos perdido nosotros la guerra al comunismo, se vaya a construir el mayor bulevar comercial del estado de Luisiana. Les sugerimos que no vengan a reclamar al ayuntamiento: están ustedes ocupando una propiedad privada de la que no son dueños legítimos. ¿Que demonios quieren, una especie de reserva, como a los indios?
Atentamente,
El Ayuntamiento de Nueva Orleáns

– Señor Smith... supongo que será una broma... – comentó la secretaria antes de levantar los ojos del ordenador – todo el mundo se nos echará encima y…
– Lo sé, lo sé... transcríbalo de tal manera que sea “correcto y aceptable” – le interrumpió haciendo una mueca de burla – haga el favor de repetirme lo que le he dictado…
– Si señor...

A los vecinos afectados:
Nuestra querida ciudad, después de 20 años de reconstrucción ha llegado a su punto álgido. Recuperando la gloria como referencia de la música que tanto la ha caracterizado siempre, se restaurará, a su vez, el flujo del turismo que tanto nos beneficia a todos. Sabemos desde el ayuntamiento que muchas de sus comunidades minoritarias, que residen en la zona de una manera no regularizada, se verán afectadas, y ello es algo que nos preocupa. Han dado ustedes una enorme muestra de lo que la perseverancia y la solidaridad entre vecinos puede llegar a lograr, y eso es algo que les ennoblece, así como en enriquecimiento cultural que han aportado a la zona. Sin embargo, nos vemos obligados a llevar a cabo el proceso de desalojamiento en pos del bien con miras futuras de la ciudad. Pero sus necesidades estarán cubiertas: serán ustedes redireccionados a los centros de caridad de manera temporal hasta que se regularice su situación. Les sugerimos que si tienen alguna queja se dirijan al propio Ministerio de la Vivienda, así como a la asociación de afectados por el huracán Katrina. Su comprensión es un ejemplo del buen espíritu de Nueva Orleáns.

Atentamente,
El Ayuntamiento de Nueva Orleáns

– Aprende usted rápido, Señorita Atkins…– acto seguido se hizo un silencio incómodo y el alcalde se abalanzó sobre aquella adolescente – conoce lo políticamente correcto –jadeaba – pero le queda mucho por aprender…

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