Hace quinientos años enviamos nuestras naves hasta muy lejos, miles de los nuestros fueron: primero unos cuantos, los descubridores y algunos aventureros, más tarde familias enteras; también llegaron allí criaturas, herramientas e ingenieros para fundar el nuevo mundo. Hubo escaramuzas con los habitantes de ese mundo, muchos murieron y otros aprendieron nuestro idioma y costumbres por propia voluntad o temor a la muerte.
Hoy, quinientos años después, los supervivientes de ese nuevo mundo mandan sus naves hasta aquí, se ha dado la vuelta a la tortilla, han evolucionado tecnológicamente y quieren conquistarnos, devolvernos lo que un día les hicimos. Lo conseguirán, su único arma es demasiado fuerte para resistir la guerra. Es nuestra perdición.
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